post-title Capitulo 1: El Sueño Revelado https://soyimaster.com/wp/wp-content/uploads/2023/06/Babilonia.jpg 2023-06-04 08:00:00 yes no Posted by Categories: Novelas

Capitulo 1: El Sueño Revelado

Posted by Categories: Novelas
Capitulo 1: El Sueño Revelado
Loading…

El rey Nabucodonosor se encontraba intranquilo y perturbado por un sueño que había tenido. La incertidumbre y la curiosidad se apoderaron de él, por lo que convocó a su sabio consejero, Daniel, también conocido como Beltsasar.

El monarca miró fijamente a Daniel y le preguntó con voz grave y autoritaria: —¿Es cierto? ¿Puedes decirme lo que soñé y lo que mi sueño significa?

Daniel, con humildad y confianza en el Dios en el que creía, respondió sin titubear: —No hay sabios, brujos, magos ni adivinos en toda la tierra que puedan dar a conocer el secreto del rey. Sin embargo, hay un Dios en el cielo que revela los secretos y ha decidido mostrarle a usted, rey Nabucodonosor, lo que sucederá en el futuro. Permítame contarle el sueño que tuvo y las visiones que vio mientras estaba acostado en su cama.

El monarca escuchaba con atención las palabras de Daniel, intrigado y esperanzado de que finalmente conocería el significado de aquel sueño que lo atormentaba.

Daniel continuó: —Mientras su majestad dormía, tuvo un sueño revelador sobre sucesos futuros. Aquel que da a conocer los secretos le ha mostrado a usted lo que ocurrirá. Y permítame aclararle, su majestad, que no es porque yo sea más sabio que los demás que conozco el secreto de su sueño, sino porque Dios desea que usted entienda lo que estaba en su corazón cuando soñó.

El rey Nabucodonosor asintió, impresionado por las palabras de Daniel y por la convicción con la que hablaba. Ansiaba saber el significado detrás de aquel sueño que lo había perturbado.

Daniel continuó narrando con precisión y detalle: —En su visión, su majestad vio frente a sí una enorme estatua resplandeciente de un hombre, una figura que causaba temor y asombro. La cabeza de la estatua era de oro fino, simbolizando un poderío y una grandeza inigualables. El pecho y los brazos eran de plata, representando una autoridad y dominio que se extenderían más allá de las fronteras. El vientre y los muslos eran de bronce, denotando una fuerza y un vigor que perdurarían en el tiempo. Las piernas eran de hierro, simbolizando una fortaleza inquebrantable. Y los pies, compuestos por una mezcla de hierro y barro cocido, representaban una fragilidad y una debilidad ocultas tras una apariencia imponente.

Mientras el rey Nabucodonosor escuchaba atentamente, se visualizaba mentalmente la imagen de la estatua y su complejidad simbólica.

Daniel prosiguió: —Luego, en su sueño, su majestad vio cómo una roca fue cortada de una montaña, pero no por manos humanas. Esta roca, en su fuerza divina, golpeó con contundencia los pies de hierro y barro, desmoronando la estatua y reduciéndola a pequeños fragmentos de oro, plata, bronce, hierro y barro. La fuerza del viento arrastró estos fragmentos, sin dejar rastro alguno, como la paja cuando se trilla el grano. Sin embargo, la roca que derrumbó la estatua se convirtió en una gran montaña que cubrió toda la tierra, mostrando su poder y su dominio absoluto.

El rey Nabucodonosor quedó asombrado por la revelación de su sueño. Su rostro reflejaba una mezcla de sorpresa, maravilla y comprensión.

—Daniel, ¿qué significa todo esto? —preguntó el rey con ansias de conocer la interpretación.

Daniel, con solemnidad y sabiduría, respondió: —Su majestad, este sueño es una profecía que Dios le ha revelado. La estatua representa los imperios y reinos que surgirán a lo largo de la historia. Cada material utilizado simboliza un período de poder y dominio. Sin embargo, la roca que destruye la estatua representa el reino eterno y divino que vendrá y prevalecerá sobre todos los demás.

El rey Nabucodonosor reflexionó sobre las palabras de Daniel y se sintió reconfortado al saber que había sido escogido para recibir esta revelación divina.

—Daniel, tus palabras me llenan de asombro y esperanza. Deseo comprender más sobre este reino eterno. Por favor, continúa instruyéndome —pidió el rey con humildad y determinación.

Y así, el rey y el sabio consejero se sumergieron en un diálogo profundo, explorando los misterios y los designios divinos que moldearían el destino del mundo en los tiempos venideros.